viernes, 28 de enero de 2011

Tres miradas, una noche...

Para Ana y otros dos

Veo la muerte vestida de rojo y negro, zapatos negros sobre la alfombra roja y desnuda tan desnuda que se torna translúcida, invisible...
En un espejo se la ve con una de sus máscaras, estoy sobre la alfombra con el cuchillo en mano; mi cuerpo desnudo se pierde bajo el carmín, se hace uno con la alfombra.
Despierto en jardines de piedra, lleno de estatuas tibias, escucho el llanto de una niña entre los escombros de la noche.
Sus ojos son portales, uno conduce al infierno y otro al paraíso, con un guiño descubro en sus ojos otro jardín de piedra, las estatuas son frías y vacuas.
Encuentro de nuevo a la niña, llora sangre, pero esos ojos solo comunican silencio.




Los ríos de vida ya no corren hacia mi morada.
Habito en un desierto de sal, soy herida que se desangra.




Muñeca de cristal, habla de la herida primordial, aquella donde empieza el vacío, donde se nos muere el alma, sí esa, todos quieren meter el dedo en esa llaga.