Tengo miedo
a flor de piel
piel
de gallina.
La punta de la lengua
sabe a miedo
las comisuras de los labios
también tan besados
por el miedo.
Tantas cuencas sin ojos
son miedo.
Esperanza siempre enferma
de silencio sublevado
de mal tiempo que no merma.
Somos hijos del miedo
ahogados en gritos
en llanto postergado.
Bañados en el sudor
temores
saltan desde lo alto
de una carencia.
Hasta no ser
nada más
ausencia.
Soy toda ofrenda
doliente.
Cada tanto
alimento
lo irremediable.
Hasta no ser
nada más
ausencia.